¿Por qué?

Malos tiempos para la lírica cantaba hace años el pobre Germán Coppini. Eran los "felices" 80. En plena crisis -estafa o robo a mano armada si lo prefieren- e indignación ciudadana florecen muchas más de 100 flores. Unidas a cada una de las luchas sociales concretas surgen todo tipo de creaciones culturales -fotos, opiniones, pinturas, vídeos, poemas, representaciones, canciones... y tratamos de recoger las que podamos y exponerlas en esta página que se elabora desde Murcia. Podéis mandar vuestras creaciones, preferiblemente con alguna imagen, a brunojordanvideo@gmail.com

viernes, 9 de junio de 2017

¿Nuestro campo necesita paz, agua y humanidad? Opina Vicente Cervantes

Llevamos ya mucho tiempo denunciando las condiciones precarias de trabajo y vida de quienes levantan con su esfuerzo, día tras día, la economía productiva de nuestra tierra.

En las últimas semanas, diversos conflictos han puesto en el centro de interés informativo el campo de aquí. Por ejemplo, la tractorada que “tomó” Murcia por un montón de horas, con caos circulatorio incluído, con oídos sordos y “larga cambiada” de los gobiernos central y autonómico, hasta “desactivar y desorientar” a dirigentes y movilizados, que se autobloquean y delegan demasiado la solución de sus problemas en algunas fuerzas (políticas) emergentes que ya sabemos a qué juegan, porque lo estamos comprobando. Y aparecen nuevas plataformas, al margen de las organizaciones agrarias tradicionales, como PRO-AGUA o AGRO S.O.S. Sólo el pueblo salva al pueblo.

Por cierto, también es pueblo esa amalgama de personas, de multitud de orígenes, creencias, vivencias y anhelos, que hacen posible que nuestro campo funcione. Pero quizás no las tratamos mucho como personas, sino como “mano de obra”. Quizás por eso también se producen “huelgas salvajes”, al margen de “los sindicatos”, o se ponen en marcha nuevos sindicatos más funcionales y menos “establecidos”, mediante auto-organización y empoderamiento cooperativo de la gente.





Recuerdo como, hace más de 30 años, un compañero de estudios, ya licenciado universitario, se desplazaba desde el Noroeste hasta el Campo de Cartagena, y dormía y malvivía en una caseta abandonada de un motor de balsa, para ganarse el sustento. Hoy seguimos con estampas similares, sólo que han cambiado los colores de la piel, las creencias, y los orígenes de quienes ejercen el legítimo derecho a la supervivencia.

¡Qué contraste más grande con otras realidades! ¡Qué poco trato humano garantizamos a las personas jornaleras temporeras! ¿Pasa esto con quienes van a la vendimia francesa?

Nos contaba, hace años, hablando de este tema, un huertano que volvió a su Puente Tocinos, desde Argentina tras jubilarse, que él trabajó por años como capataz de una gran finca, en zona fronteriza con otros países del entorno, y se encargaba de negociar con los dirigentes indígenas “del otro lado” las condiciones de pago por el trabajo agrícola, y por supuesto, en la finca había una Residencia para Temporeros. ¡Qué sugerente este relato!

Parece mentira que nuestro pueblo, ayer y hoy migrante, que ha sufrido en propia carne lo que supone esta movilidad forzada y forzosa (no por espíritu aventurero, precisamente) no haya sido capaz de poner en pie estrategias de atención de las personas temporeras (autóctonas y migrantes) y exigir un esfuerzo conjunto de diferentes administraciones y una coordinación dinámica y exhaustiva para dar soluciones desde el humanismo, superando el mercantilismo explotador y depredador.

Necesitamos un Plan Integral para el Campo que incluya garantizar la dignidad de todas las personas y fuerzas actoras. Tenemos que humanizar el campo, y también regarlo de agua, de paz y de humanidad. Incluso ecologizarlo, hacia un horizonte sin pesticidas cancerígenos ni contaminantes.

Quizás tengamos que re-pensar muchas cosas, y atrevernos a actuar y a abrir nuevas vías. Sí se puede. Es cosa de audacia, e incluso algo de valentía.

Es posible regular de otra forma el campo, para que se limite el expolio y la competencia desigual que introducen las grandes empresas de la agricultura industrial, presionando a pequeños y medianos agricultores. Es alcanzable que se pague a las personas un precio justo por su duro trabajo, y se dignifiquen sus condiciones de trabajo y de vida.

Con la pistola del hambre apuntándote en la sien, se baja la cabeza y se aceptan condiciones salariales de esclavitud, a veces se computa el destajo muy mal pagado y se pueden cobrar hasta 10 euros por una extenuante jornada al sol que más calienta. Muchas ETTs sólo son Empresas que Trafican con Trabajadores, en su peor acepción. Y muchos agricultores deberían tener más valentía y mirar hacia arriba para pelear, en lugar de mirar hacia abajo para pasar la patata caliente de la presión económica. Incluso mirar a su lado para unir las manos y enfrentarse a quienes los maltratan y los someten a prácticas mafiosas con el tema de las mentiras del agua.

Si queremos que el campo funcione bien, y no sea una guerra cotidiana que sólo acaba destruyendo a las personas, a las familias y a la sociedad entera, tendremos que garantizar (no sólo escribirlo en leyes que acaban siendo papel mojado y letra muerta) que se atiendan necesidades de las personas trabajadoras temporeras y de sus hijos e hijas: residencias, albergues, comedores sociales, escolarización...

Habrá que ver cómo atender, en origen, a los hijos e hijas de las personas emigrantes temporeras en la ausencia de sus padres y madres mientras están trabajando en las campañas migratorias. Y conocemos a personas de nuestro entorno que ahora mismo están en el exilio económico, quizás a muchos kilómetros de aquí. Y también a es@s nuev@s vecin@s que se hacinan en pisos patera o duermen en casas en ruinas o cajeros automáticos, huyendo del hambre, de la guerra o de la persecución política en sus países de origen.

Necesitamos reforzar el alojamiento temporal en aquellos municipios en los que se desarrollan campañas agrícolas de temporada. Y eso requiere un esfuerzo conjunto de Administración-Empresas Agrícolas. Hay pueblos, ahora mismo, donde literalmente NO hay nada para alquilar, ni siquiera en modo extra-hacinamiento. Aquí tenemos urbanizaciones fantasma, cuasi desiertas, o sea, muchas casas sin gente, muchos bancos con casas,…al tiempo que mucha gente sin casas. Vaya cosa más incongruente. ¿Se gobierna a favor de la gente?


Hay otros escenarios donde mediante “esquilmación temeraria” se sacan “demasiadas cosechas” a la tierra. El futuro puede ser desertificado, quien lo desertificará, el buen des-desertificador que lo des-desertifique, buen desertificador será. Por eso no hay temporalidad, sino trabajo de-contínuo.

Se producen desplazamientos diarios de miles de personas desde sus lugares de “pernoctación” hasta los lugares de “explotación”. Se duermen pocas horas, se conduce con somnolencia, se conduce rápido, se vive rápido, y trágicamente, se muere “de pronto”.

Quizás se nos ha olvidado ya el trágico accidente del 3 de enero de 2001 en Lorca, que costó la vida a 12 “sin papeles” de nacionalidad ecuatoriana, que fue el detonante de la Marcha por la Vida (andando desde Lorca a Murcia) y una impresionante movilización que concatenó encierros, plantones, huelgas de hambre, marchas y manifestaciones, hasta alcanzar la victoria, en abril de ese mismo año, con miles de tarjetas de residencia y trabajo, en un contexto muy adverso, gobernando un tal José María Aznar, ese que aboga por eliminar lo del Salario Mínimo y similares.

Por supuesto, en estas condiciones, mal se puede ejercer una paternidad o una maternidad adecuadas, si la esclavitud legalizada la impide y acaba destruyendo estructuralmente las familias. Y no sé si esto contribuye a poder crecer sanamente, e incluso a crecer feliz y sin cultivar el odio en los corazones infantiles, que luego se hacen adolescentes y juveniles.

Hay quienes salen de su casa a las 5 de la mañana (antes deben haberse preparado algo para comer) y vuelven a las 23 (11 de la noche), hombres y mujeres. ¿Eso es vida?

Sin olvidar la gran “informalidad” del sector: el trabajo sumergido, generalizado, sin cotizaciones, sin contratos, sin seguros, sin garantías de ningún tipo.

Sería bueno que todas las personas, desde los impulsos éticos que mueven nuestras vidas, basados en convicciones o en creencias, fuéramos capaces de dejar de mirar para otro lado, y ofrecer y exigir soluciones, movilizándonos desde la humanidad y el humanismo.

Sin justicia no habrá paz. Y sin paz, el campo no tiene futuro. Y sin campo nuestro, soberano, amable, al ritmo natural, no industrial,...¿qué haremos?

Es más fácil de lo que parece. Tenemos sol, tenemos agua, tenemos gente trabajadora y “echá palante"... sólo nos falta querer transitar a otro escenario posible, imprescindible.

Sí se puede. Con la gente PODEMOS.

@vichecervantes

 Algún lugar de Sierra Espuña

 07.06.2017

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