Un buen motivo
Cumplía mi padre los 80 años y a mí
se me quedaba corto cantar el cumpleaños feliz de toda la vida,
parecía como que haber superado la barrera psicológica de estar por
encima de la esperanza media de vida, pedía algo más. No sólo algo
más sino algo divertido. Pero claro, la alegría tiene eso de
contagioso que lo que comienzas celebrando a los ochenta, baja a los
setenta (¿por qué no?) y así hasta los 40 que es la edad que yo
había celebrado hacía un tiempo.
Una vez compuesta la canción era sólo
cuestión de compartirla en público y ver qué reacciones causaba,
que como ya imaginaba eran las deseadas, ganas de botar y bailar. Los
amigos grabaron algunas versiones en directo pero no hacían justicia
al momento así que la preparé para grabarla en un clave de sol
(certamen regional de canción de autor) en el que se iban a grabar
los conciertos.
Una vez visto el montaje final eché en
falta público bailando así que ni corto ni perezoso me fui una
noche al Itaca y a los que estaban por allí les sableé sus cuerpos
para botar y bailar y cantar a ritmo. Todos se prestaron al
experimento con la mayor alegría.
Luego refrité los dos momentos en un
montaje posterior y chimpún. Sólo era cuestión de subirlo y
empezar a difundirlo por si a alguien le hacía bien. Y en eso
estamos.
Jesús Cutillas